Después de haber luchado durante media hora con la mochila y haber tomado un café (con churro gratis incluido) me marcho para la estación de autobuses de donde sale el primer bus para Lugo. Ahí cambiaré para Sarria. Mientras el autocar se mueve a través de verdes colinas y viñas, agradezco no haber intentado la etapa por O Cebreiro, ni siquiera con el pie en perfectas condiciones me habría parecido fácil.
Al llegar a Sarria, gracias al plano que me ha dejado Roger, encuentro rápidamente mi paraje para la noche y con mucha sorpresa me atiende una señora italiana que me indica donde se encuentra el restaurante del hijo, una pizzería con mucho ambiente, y donde, por supuesto son todos italianos. Me sorprende la cantidad de compatriotas que estoy encontrando.
La habitación que he reservado es muy bonita y prácticamente hasta la noche tengo un piso para mi sola, todo un lujo por 18 euros al día.
A medida que pasan las horas, empiezo a pensar sencillamente en "Donde me he metido?" y lucho para que lo que una vez mi psicóloga llamó "ansiedad anticipatoria" no se apodere completamente de mi. Pienso y me repito, una y otra vez, que si estoy aquí es para demostrar a mi misma que lo puedo hacer, que soy capaz de superar mis miedos y que ya no pueden formar parte de mi. Ya lo que me hizo daño es parte del pasado, es hora de soltar la mochila que voy arrastrando desde hace demasiado tiempo.
Mañana se parte y hay que intentarlo como sea.
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